
En el 2001, aprendimos que a veces, aunque sólo sea por un momento, la oscuridad ciega la luz, con una gigantesca nube de polvo, y humo.
En el 2004, un atardecer marcó un final, y un principio. Quizás tras ese atardecer, no haya nada, quizás sólo sea el princpio de un nuevo camino, bajo otras reglas, inexplicables para los que aquí nos quedamos.
Una misma fecha, dos años distintos. No se os olvida.
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