jueves, 27 de agosto de 2009

A la sombra del monte Oroel

Dicen que cuando un anciano muere, todos perdemos un libro. Últimamente, me estoy dando cuenta de que la gente, está perdiendo el gusto por la lectura.

Y los que nos quedamos, tenemos que bregar en mares de indiferencia, burocracia, crisis, eogísmo...

Y seguimos trayendo niños a este mundo, a los que, poco a poco, volvemos a subir a este círculo vicioso.

A veces, pienso que deberíamos vivir en cuevas, todos iguales.