viernes, 10 de julio de 2009

Sólo pienso en ti - Víctor Manuel

Dedicada para todos los que se han quedado en "El Provincial", (los que no recuerdan ya quienes son, ni quienes fueron, la abuelita, que espera que alguien la saque a dar unos pocos pasos todas las tardes por el pasillo de la sección, el esposo que permanece fiel al lado de su mujer, aún jóven, para los hijos que cuidan con amor a sus madres, muy ancianas, para los médicos que dignifican el oficio, y enfermeras que no dan a basto, y creen que su trabajo no "es deprimente", para las asistentes, que siguen al pie del cañón todos los días, y a veces, a escondidas, hacen escapadas a La Capilla, y muy especialmente, para los que van allí, como último refugio de sus últimos días).

Desde luego, que algunas cosas son muy mejorables, pero es lo que hay.

Quizás me he pasado de sentimental, pero esta canción es fiel reflejo del poso que dejan los días que hemos pasado allí. Me gusta muchísimo más la versión original. Las imágenes, las que he retenido estos días.


martes, 7 de julio de 2009

Citado de Senderos de Asfalto

No es este un blog que trate temas urbanísticos, ni políticos. No son de mi interés. ¿Esta es la nueva Calle del Romero? Pues vale.

Hace 29 años, a unos cuantos chavales, nos dio por montar un grupo. Queríamos emular a Pink Floyd, a Bob Marley, a Police, o a Dire Straits, pero nos conformábamos con tocar cuatro pasodobles y algún que otro tema de Radio Futura, para salir a tocar a algún que otro pueblo de la Hoya, o de otro, perdido por la montaña.

Sí, no teníamos locales para ensayar. Nos pateamos durante el verano del 80 todo el Casco Viejo, El Temple, la Calle Lanuza, La Campana de Huesca, etc, etc. No hubo manera de encontrar nada. Hasta solicitamos una tarde una reunión con el Alcalde Llanas para que nos facilitara el modo de encontrar alguno. No nos recibió, por supuesto. ¡Cosas de chavales, ay! Eran tiempos de bocatas en El París, o en La Forqueta, y de visitas a las dos tiendas de música de Huesca: Pardo, y Novomúsica, para ponernos al día de instrumentos, precios, etc, etc.

Encontramos un local pequeñito por unas semanas en La Correría. Tomábamos la luz de la carnicería que estaba debajo. No gastábamos mucho, pero lo tuvimos que pagar, porque claro está, nos pillaron.

Al año siguiente, conseguimos un local compartido cerca de Los Mártires, propiedad de la señora Ramona. Una pequeña casita, que aún sigue en pie. Empezamos a ensayar rápidamente, pero no sabíamos a donde ir. Salieron pequeños bolos en festivales, y cosas así, hasta que la gente, fue interesándose en otras cosas más "serias".

Cambios de personal. Aburridos, dejamos de ensayar. Una tarde, dos de los miembros de aquel grupete, conocieron a un representante, que nos ofreció 3 bolos en Soria, y en Zaragoza, a mediados de agosto. Al día siguiente, con ese nuevo horizonte, retomamos los ensayos. Empezamos a pensar en comprar equipo, instrumentos, etc, etc.

Teníamos cientos de problemas con los gitanitos que vivían en el Cerro. Al meter dinero en ese local, teníamos que aumentar las medidas de seguridad. Una tarde del mes de diciembre, nos encontramos con la ventana trasera rota, y parte de nuestro exíguo material, robado. A los dos días, realquilamos un local en La Calle del Romero, y allí estuvimos durante 3 años. Era una calle entrañable, con una higuera justo enfrente del local. En verano, su olor dulce le daba su propia personalidad, y encanto.

En 1990, volví a esa calle al entrar a formar parte de Hato de Foces. En el 93, empezamos a ensayar con Alfaro en el antiguo estudio de Osca Sound. De algún modo, hasta hace dos años, siempre estuve ligado a esa calle, grabando maquetas, yendo a visitar a músicos, etc, etc.

Sí, el color es bonito, pero para qué nos vamos a engañar, no hay encanto alguno. Otra calle perdida más, en una ciudad despersonalizada.

Espero que hayáis entendido que este post no trataba de la historia de la música Oscense, si no del porqué nos enamoramos de una ciudad, que no era la nuestra.

lunes, 6 de julio de 2009

Morir solo


Estos días, por achaques de la edad, hemos tenido que ingresar a mi padre en el Hospital. Una caída, más sus problemas habituales, hicieron que termináramos en Urgencias el viernes por la noche.

Se llamó al 061 el día de la caída. "Nada, esto sólo ha sido el golpe", estipularon tanto los de la ambulancia, como la facultativa que vino a examinarle. Pues no, el viernes por la tarde presentaba un cuadro de fiebre bastante alta, alarmante.

La decisión de enviarlo allí, la tuve que tomar yo. Tenía el volante preparado para la ambulancia, pero la última, e inexperta palabra, era para mí. Si algo he aprendido gracias a todos estos achaques de mi progenitor, es a no fiarme del sistema de salud. ¿Más claro? Pasan de todo. "La media de edad de un varón Aragonés es de 79 años". "Tu padre pasa sobradamente de esa edad". Y así, durante seis largos años.

¿Problemas diarios? Pues a internet, claro. Nunca seas amigo de médicos, enfermeros, o banqueros. Todos tienen la lengua bífida.

Acabamos el fin de semana en el Provincial, o "Sagrado Corazón de Jesús", hospital "paliativo", para enfermos con enfermedades crónicas, o ancianos de edad avanzada. Aquello, desde luego, no es El Hospital San Jorge, supuesta joya de la "corona médica Oscense".

Dos auxiliares, y una enfermera para toda la sección de enfermos geriátricos durante el fin de semana. ¿Qué ocurre cuando, literalmente, te "vas a chorro"? Pues que tienes que esperar media hora, al menos, dado que probablemente, otra persona se lo "ha hecho encima" antes que ti, y no dan a basto.

Muy triste, para todos.

Pero lo más triste de todas estas circunstancias, es que te lleven allí, literalmente, a "Morir solo".

Nadie "sabe" de dónde vienes, (probablemente, de alguna residencia de la Seguridad Social, o de otra tipo "Ancianitos desamparados"). La iglesia Católica vende sus bondades, para que pongamos una cruz a la hora de hacer la declaración, pero cuando tienen que demostrar esa caridad "hacia el prójimo", la realidad se convierte en un sentimiento de enorme soledad, y tristeza.

Y así terminó nuestro compañero de habitación, Salvador. Se ha pasado todo el fin de semana agonizando, y esta mañana, ha fallecido. Una sábana le cubría en la habitación. Afortunadamente, ninguno de sus compañeros, estaba presente.

No es el primer caso que he visto, ni que he conocido, por supuesto. A uno, ya no es que se le rompa el corazón, porque el mío ya sólo es un músculo que empuja mi sangre, pero sí comprendo a aquellos que reniegan de todo sistema, o simplemente, se ponen una bomba en el pecho, y mandan al cuerno un trocito del mundo.

Es duro decir adiós, pero más duro, es no tener a quién decírselo.