lunes, 13 de junio de 2011

Un bolo más


A veces, necesitas resetear los conceptos de todo lo que te rodea. Es bueno volver a dónde empezaste, para valorar en su justa medida, los años pasados, la gente que compartió algo de ese tiempo, los kilómetros recorridos, y los proyectos terminados.

Treinta y un años ya, la ostia. Ahora, aquello es un gallinero.

¿Volvería a hacer lo que hice, con terceros? Evidentemente, no, en la mayoría de los casos. ¿Volvería a involucrarme en asuntos que ni me iban, ni me venían? Evidentemente no, en la mayoría de los casos. ¿Volvería a sacar adelante los proyectos de terceros? Evidentemente, no, en la mayoría de los casos.

¿Renunciaría por ello, a los olores, las calles, los sentimientos, y los recuerdos? Evidentemente, no. Ni al olor a serrín mojado.

El último bolo, proyecto, aventura, o como queráis llamarlo, ha terminado de manera absurda, y diría que criminal. No estará en mis manos ya, defenderlo, pero uno tiene carretera sobrada para saber que no siempre se triunfa en todas las plazas, si estas sobre todo, son mezquinas, y de tercera. Vivímos en un país de chiste. Algunos, se han creído ese chiste, y hasta lo defienden. Allá ellos.

Un bolo más. La orquesta se reafirma en sus principios, cambia de personal. La música, seguirá, pero no nos consta ya, obligación alguna de compartir nuestros sones con nadie. ¡Larga vida, a las discomóviles! Son más baratas, y a la hora de la verdad, hacen el mismo papel.

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