El domingo por la mañana, parte del Círculo Oscense, se transformó en una academia de música, donde tenía lugar la parte final de la historia, y se conocía al fin el secreto desencadenante de la trama. Contamos con la presencia de los niños Ana, Inés, Pepe, y Sixto.
Rosa Broto, echó una mano, con la peluquería, y el vestuario. Su trabajo, es de nota. Se nos unió Rocío Carnicer, como María, la directora de esa Academia de música, en su primera aventura delante de una cámara.
El final, nos emocionó a todos los que conocíamos todas las vivencias de los personajes. No es una historia fácil. Tiene cierto aire de cuento, con moraleja, pero la historia es realista. Y con toda la modestia que los pocos medios materiales y económicos, con los que hemos podido contar, tiene el sabor cinéfilo aprendido en cientos de películas, y series de televisión.
¿Cine Oscense? No, de un poquito más arriba. Aquí, da la impresión de que todo está enquilosado, controlado, repartido, y manipulado por cuatro apoltronados, que llevan demasiado tiempo repartíendose el pan para sus fiestas particulares.
La vida Cultural, a veces da la impresión de que es una mala comedia.
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