martes, 7 de julio de 2009

Citado de Senderos de Asfalto

No es este un blog que trate temas urbanísticos, ni políticos. No son de mi interés. ¿Esta es la nueva Calle del Romero? Pues vale.

Hace 29 años, a unos cuantos chavales, nos dio por montar un grupo. Queríamos emular a Pink Floyd, a Bob Marley, a Police, o a Dire Straits, pero nos conformábamos con tocar cuatro pasodobles y algún que otro tema de Radio Futura, para salir a tocar a algún que otro pueblo de la Hoya, o de otro, perdido por la montaña.

Sí, no teníamos locales para ensayar. Nos pateamos durante el verano del 80 todo el Casco Viejo, El Temple, la Calle Lanuza, La Campana de Huesca, etc, etc. No hubo manera de encontrar nada. Hasta solicitamos una tarde una reunión con el Alcalde Llanas para que nos facilitara el modo de encontrar alguno. No nos recibió, por supuesto. ¡Cosas de chavales, ay! Eran tiempos de bocatas en El París, o en La Forqueta, y de visitas a las dos tiendas de música de Huesca: Pardo, y Novomúsica, para ponernos al día de instrumentos, precios, etc, etc.

Encontramos un local pequeñito por unas semanas en La Correría. Tomábamos la luz de la carnicería que estaba debajo. No gastábamos mucho, pero lo tuvimos que pagar, porque claro está, nos pillaron.

Al año siguiente, conseguimos un local compartido cerca de Los Mártires, propiedad de la señora Ramona. Una pequeña casita, que aún sigue en pie. Empezamos a ensayar rápidamente, pero no sabíamos a donde ir. Salieron pequeños bolos en festivales, y cosas así, hasta que la gente, fue interesándose en otras cosas más "serias".

Cambios de personal. Aburridos, dejamos de ensayar. Una tarde, dos de los miembros de aquel grupete, conocieron a un representante, que nos ofreció 3 bolos en Soria, y en Zaragoza, a mediados de agosto. Al día siguiente, con ese nuevo horizonte, retomamos los ensayos. Empezamos a pensar en comprar equipo, instrumentos, etc, etc.

Teníamos cientos de problemas con los gitanitos que vivían en el Cerro. Al meter dinero en ese local, teníamos que aumentar las medidas de seguridad. Una tarde del mes de diciembre, nos encontramos con la ventana trasera rota, y parte de nuestro exíguo material, robado. A los dos días, realquilamos un local en La Calle del Romero, y allí estuvimos durante 3 años. Era una calle entrañable, con una higuera justo enfrente del local. En verano, su olor dulce le daba su propia personalidad, y encanto.

En 1990, volví a esa calle al entrar a formar parte de Hato de Foces. En el 93, empezamos a ensayar con Alfaro en el antiguo estudio de Osca Sound. De algún modo, hasta hace dos años, siempre estuve ligado a esa calle, grabando maquetas, yendo a visitar a músicos, etc, etc.

Sí, el color es bonito, pero para qué nos vamos a engañar, no hay encanto alguno. Otra calle perdida más, en una ciudad despersonalizada.

Espero que hayáis entendido que este post no trataba de la historia de la música Oscense, si no del porqué nos enamoramos de una ciudad, que no era la nuestra.

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